Amigos, que triste y bella canción es la que Silvio compuso y dedicó a los niños judíos que murieron en el campo de concentración de "Terezín", al norte de Checoslovaquia. Sólo basta escuchar o leer cada estrofa para transportarse al momento más horrible de la historia el "Holocausto", sin necesitar mayor análisis que las palabras precisas de Rodríguez:
Terezín
Una pesadilla blanca
de chimeneas quemando sangre
para los hijos de Judea
con rara estrella y rostro de hambre.
En invierno y verano es igual
tras alambres no hay estación.
Terezín de los niños jugar
con la muerte común
mientras pintaban el cielo azul,
mientras soñaban con corretear,
mientras creían aún en el mar,
y los llevaban a caminar para no regresar.
Terezín, Terezín, Terezín, pelota rota.
Sed de tardes ya increíbles
saltaron locas las altas tapias,
y el amor, irreductible,
quedo colgado en alambradas de Terezín.
Terezín, Terezín, Terezín, pelota rota.
Terezín es conocido en el mundo como un símbolo trágico del terrorismo Nazi. Tanto el pueblo como la pequeña fortaleza fueron utilizados como lugares de persecución. El establecimiento del Ghetto de Terezín fue parte del plan para aislar a los judíos del resto de la población, concentrarlos y luego enviarlos hacia el este para su liquidación final.
Hombres, mujeres y niños fueron obligados a vivir separados unos de otros. Vivían en caserones (hasta 400 en una sola habitación), en áticos, sótanos y patios. Había escasez de comida permanente. Se impusieron restricciones de todo tipo para intimidar a los prisioneros y crear una atmósfera de miedo y resignación.
Sin embargo, bajo estas difíciles condiciones, los presidiarios hacían funcionar el campo, se brindaban coraje y liderazgo espiritual unos a otros, y ofrecían conocimiento y belleza. Unos a otros se daban la fuerza necesaria para resistir y la fé para sobrevivir. Sus contribuciones no eran menos importantes por no poder detener el transporte de sus semejantes hacia el este.

